Una túnica, una espada y un cinturón.

Escrito el 27/09/2022
por Miriam Bloise


“ Después de que David terminó de hablar con Saúl, conoció a Jonatán, el hijo del rey. De inmediato se creó un vínculo entre ellos, pues Jonatán amó a David como a sí mismo. Jonatán hizo un pacto solemne con David, porque lo amaba tanto como a sí mismo. Para sellar el pacto quitó su manto y se lo dio a David junto con su túnica, su espada, su arco y su cinturón”. 1 Samuel 18:1- 4

Un manto, una túnica, una espada y un cinturón. Eso es todo lo que necesitó Jonatán para sellar su amistad con David. 

Jonatán era el hijo del Rey Saúl y por línea sucesoria él era el heredero natural al trono. Cuando Jonatán le entrega a David su manto y su túnica, no sólo es un acto impulsivo de amor y de generosidad, sino que en este acto simbólico Jonatán le está diciendo: David, me corresponde ser el futuro rey , estoy en la línea sucesoria pero renuncio a mi linaje real  porque te amo y reconozco la realeza, la autoridad  y el favor que Dios puso sobre tu vida. 

Humanamente hablando, este gesto hubiese sido suficiente para sellar su amistad, sin embargo Jonatán decide entregar también su espada. Ahora Jonatán ya no tenía nada más para defenderse. Esa espada  posiciona a Jonatán en un lugar de completa vulnerabilidad, sus actos vuelven a hablar y le dicen: David, no solo reconozco tu realeza, se que puedo confiar en vos y ya no necesito una espada para protegerme porque sé que jamás me harías daño.

La historia no concluye, por último Jonatán le entrega su cinturón. El mismo tenía una doble funcionalidad, por un lado sostenía la última capa de su ropa y en el mismo también se colocaban las distintas clases de  armas, tanto de defensa como de ataque. Su entrega vuelve a hablar: David, estoy casi desnudo y aparentemente indefenso, humanamente hablando no resistiría un ataque , pero te tengo a vos, mi amigo, mi hermano. Me muestro tal cual soy  y te doy el permiso para que si es necesario vos me defiendas y me protejas. Acá estoy para vos y sé que vos estás para mi. 

 Lo increíble de esta historia es que Jonatán simplemente  entregó todo lo que tenía. No pidió nada a cambio, no especuló, no negoció, no escatimó, fue atrevidamente generoso.  

Activación: te invito a que te detengas un momento y en  silencio puedas  escuchar lo que esa capa, esa túnica, esa espada y ese cinturón, te están diciendo hoy: 

 Sé que no es fácil entregar, sé que cuando entregas es posible que seas malinterpretada o incluso podés salir lastimada. Pero cuando le entregué a David mi realeza yo no dejé de ser el hijo biológico de Saúl, su sangre real  seguía corriendo por mis venas, pero ese acto me posicionó en el mejor lugar:  mi propósito, ¡incluso  fijate que hoy estás aprendiendo de mi ejemplo y  osadía!. Quizás yo no brillé tanto en el antiguo testamento, pero fui el que le enseñó lo que es un pacto al mismo Rey David, ¡si! al matador de gigantes, el que tiene un corazón igualito al de Dios, ni más ni menos que al mejor compositor y rey de la historia. 

Es tiempo de intercambio de armas. Veo que estás algo cansada llevando tu espada, tu túnica, tu cinturón. Es tiempo que las entregues y a la vez decidas tomar lo que otra hermana, tan cansada como vos, tiene para entregarte. 

Atte. Jonatán

Oración: Hacé tuyas las palabras de Jonatán y elegí al menos 3 mujeres a las cuales les entregues tu capa, tu túnica, tu espada y tu cinturón.