Semana #3 Expectativa vs. Realidad

Escrito el 31/10/2022
Guerreras idc


Es maravilloso entender que somos lo que Dios dice que somos. Y al ejercitarnos en reconocer nuestra identidad por medio de Efesios 1, son muchas las cadenas, ataduras y mentiras de las que nos liberamos por el poder de Dios que opera a través de Su palabra. Cuando nos disponemos a trabajar en detalle en cada declaración, podemos notar las brechas: sale a la luz el abismo que hay entre lo que Dios dice y lo que yo creo. Este es uno de los abismos más difícil de atravesar, la brecha entre lo que somos y lo que creemos que somos. 

 

Un tiempo atrás solíamos ver seguido posteos en redes sociales que jugaban con esta idea de “expectativa versus realidad”, en donde, por ejemplo, podíamos ver la foto de una torta divina con su receta por debajo (expectativa) versus la torta bastante feucha que nos salió cuando la intentamos hacer (realidad). En este tipo de humor, el énfasis estaba puesto sobre cómo nuestras expectativas son superiores a lo que en verdad termina sucediendo. 

 

No obstante, a las mujeres nos suele suceder lo contrario cuando se trata de nosotras mismas, nuestras expectativas sobre lo que somos, lo que hacemos, nuestros talentos o nuestro potencial muchas veces es inferior a la realidad.  

 

En el estudio de hoy, leamos con detenimiento todo el libro de Rut, poniendo foco en Noemí. Noemí, una mujer dulce, como su nombre lo indica, llena de vida y de plenitud, sufre una pérdida muy dolorosa: su marido muere, queda viuda. Y cómo si ésto no fuera suficiente, al poco tiempo mueren también sus dos hijos, quedando sin ningún hombre que las sostenga (vale destacar el momento histórico en el que esto ocurre). Y ante semejante golpe, no solo emocional, sino también económico y de posibilidades para su futuro, Noemí dice: 

 

“—Ya no me llamen Noemí (que en Hebreo  significa dulce) —repuso ella—. Llámenme Mara (que en Hebreo significa amarga),  porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura.” 

Rut 1:20 

 

Las circunstancias tiñeron el corazón de Noemí de amargura y dolor, ya no había para ella esperanza, por lo que ella fue determinante: “ya no habrá más una vida dulce para mí, llamenme Mara, porque Dios me ha llenado de amargura.”

 

¿Notaste que no fue Dios quien le cambió el nombre a Noemí? Ella le adjudica la amargura de su corazón a Dios, pero fue ella quien creyó que ya no sería la misma debido a su situación, y se llamó a sí misma Mara, mujer amargada.

 

Ninguna de nosotras tenemos, sobre nosotras mismas, creencias tontas o sin sentido, ¡NO! todo tiene un por qué, cada cosa que creemos tiene una razón. Nuestras vivencias, experiencias, fracasos, dolores y sufrimientos de la vida nos llevaron a pensar ciertos pensamientos, tales como “me lo merezco” “no tengo lo necesario” “no voy a poder” voy a fallar” “no soy tan inteligente, o tan bella, o tan atractiva, o tan graciosa como tal otra persona”. Son nuestras circunstancias las que nos interpelan de tal manera que determinamos nuestro destino, nos ponemos nombres, etiquetas, que Dios jamás nos puso…y que de hecho, no son la verdad

 

Siempre nos cuesta ver el cuadro completo, y sobre todo, nos cuesta entender que por algo Dios es Dios. El solo hecho que sea Dios debería hacernos reflexionar sobre nuestra finitud contra su inmensa infinitud y misterio. Si tan sólo creyéramos en su amor y bondad, en su poder y gloria, entenderíamos antes (y no después) que siempre hay propósito. 

Asi le sucedio a Noemi, ella no lo podia ver en ese momento, pero Dios convertiría su situacion tan dificil en bendicióni:

“Las mujeres le decían a Noemí: «¡Alabado sea el Señor, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel!  Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos». 

Rut 4:15-16

Y ¿sabes que? La bendición no solo vendría para Noemi, sino que ese dolor, que nunca es en vano,  tenía implicancias para todo el pueblo de Israel, porque de la genealogía de Rut y Booz vino el Rey David, de donde desciende el Mesías (Rut 4:18-17).  Nuestra vida es propósito. 

 

 Reflexionemos juntas

  • ¿Qué “etiquetas” te fuiste poniendo a lo largo de tu vida?

  • ¿Podes asociar esas etiquetas a algunos momentos en particular de dolor, como en el caso de Noemí? 

  • ¿Crees que hay cosas en tu vida hoy que han sido “respuesta de Dios” para subsanar esas heridas? personas, situaciones que te hayan sacado de ese lugar de dolor o de falta de confianza en lo que Dios te dio

  • ¿notas que hay creencias sobre vos misma que son “inferiores” a la realidad? 


 

Oración 

 

Pedile al Espíritu Santo que te ayude a detectar aquellas cosas que Él quiere sacar a la luz. No es la idea indagar porque sí, sino simplemente traer a la luz lo que Él quiere mostrarte.

En oración, anota cada etiqueta, palabra que venga a tu mente o a tu corazón.

Declara una vez más lo que Dios dice de vos (ejercicio de la semana anterior) . 

 

Profundizá en la semana 

 

Ejercicio 1  (personal)

Mirá lo que anotaste en el ejercicio de reflexión: ¿cuáles son esas creencias sobre vos misma que son “Inferiores” a la realidad? 

Al lado de cada una de esas creencias negativas, anotá lo siguiente: ¿ es realmente así? y respondé a esa pregunta. Insisto, desde un plano totalmente “real”, es decir, no lo que Dios dice de mí, sino pensá “soy tan tonta como me creo? soy tan incapaz como pienso?. Lo primero que vamos a hacer es contraponer tu creencia a la evidencia. 

Y sí, en segundo lugar escribí al lado de esa creencia negativa, una verdad de Efesios 1, algo de Efesios en lo que hayas reflexionado la semana pasada que tiene impacto sobre esta creencia. 

 

No dejes de orar antes y después de hacer este ejercicio. Si sentis que algo es muy doloroso, no lo hagas sola, hablá con un líder, consejero o pastor para que te acompañe en este proceso.  


 

Ejercicio 2 (con otra guerrera) 

¿Te animas a contarle a otra guerrera las creencias negativas que detectaste? Sé que cuesta un montón, porque para nosotras son fuertes, son estructurales. Pero vas a ver que al hacerlo algo se rompe cuando te animas a hablarlo, a sacarlo de tu mente, a ponerlo en palabras.  

Escuchá lo que ella tiene para decirte. 

 

Ejercicio 3 (para otros) 

Esta semana soltá palabras de bendición sobre las mujeres que te cruces. Llená la calle de futuro, de amor, de propósito. 



¡Y no olvides cada tanto compartir estas cosas con tu grupo pequeño (el de 4 piezas es ideal) para acompañarse en este camino! ¡con todo guerreras, a moverse!