Palabra para meditar: “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad… Y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.” Salmo 32.5
Reflexión: En el Antiguo Testamento encontramos arrepentimiento de la desobediencia y desvío de la voluntad de Dios. La ley exigía sacrificios para lavar las culpas. Pero lo que importaba era el perdón de Dios.