Siéntate en un sillón cómodo y durante algunos minutos no hagas nada. No ores, no cantes, no leas la Biblia. Solo percibe la presencia y el amor de Dios rodeándote. Cree con todo tu corazón que él te ama tal como eres, a pesar de tus muchos desastres. Ni siquiera atines a pedirle perdón o agradecerle por ese amor incondicional.
Simplemente recíbelo.
Una canción para cantar: Torrente de gracia